domingo, noviembre 22, 2009

Pregunta

POR QUÉ SE ENAMORÓ DE TODO EL MUNDO?

¿Por qué se enamoró de todo el Mundo?:
De la vieja que cuenta las estrellas
y del simple que pone su fe en ellas;
del perdedor amargo y vagabundo,

del que queda primero en un segundo;
del que ignorante pisa flores bellas,
de quien las va sembrando con sus huellas;
del que se abraza a un credo moribundo,

de quien de un modo inmundo lo desprecia;
de la mujer sencillamente sabia
y la mujer profundamente necia;

del niño de papá y el moribundo;
del manso y del que sufre con su rabia…
¿Por qué se enamoró de todo el Mundo?

Jesús María Bustelo Acevedo

Resignación

RESIGNACIÓN

De acuerdo, me resigno: seré poeta,
y besaré tus sueños con mi canción;
voy a llenar de flores mi metralleta
y apuntaré con ella a tu corazón.

Voy a ser el letrado del Universo,
voy a aspirar la esencia de cada flor;
cada estrella en el cielo tendrá su verso,
cada verso en mi boca será el Amor.

Y cantaré en mis coplas cada caricia,
y haré de tu ternura y de mi pasión
mis jóvenes cantares... ¡Oh qué delicia
y que maravillosa resignación!

Jesús María Bustelo Acevedo

La Venta

LA VENTA

Te vendo estas palabras por un poco de tiempo;
si las quieres, las compras; si no las quieres, no,
que el tiempo es la divisa más valiosa del mundo
y para despreciarla hay que tener valor.

Valor es lo que debo tener para decirte
que estamos de rebajas porque esto está fatal,
y antes que me liquiden al corazón de hambre
toda su mercancía la quiero liquidar.

Te vendo un canto épico que trata de un sujeto
que no estaba sujeto a las leyes del Amor;
lo mismo que un buhonero vendía sus palabras...
Si lo quieres, lo compras; si no lo quieres, no.

Te vendo estas palabras por un poco de algo
que no puede comprarse ni se puede tasar,
algo que no se nombra, que no tiene palabras:
por eso yo te vendo las mías, y ya está.

Te vendo unos cantares repletos de ternura
que hablan de un poeta, un túnel y una flor,
la flor que regalaba su esencia a aquel poeta...
Si los quieres, los compras; si no los quieres, no.

Estamos liquidando y te lo vendo todo,
todo menos los ojos que me van a pagar;
quien sabe si comprando te vendo las heridas,
que estamos de rebajas porque esto está fatal.

Te vendo una comedia que habla de un farsante
que solamente llora cuando baja el telón,
pero el telón no baja, y todos nos reímos...
Si la quieres, la compras; si no la quieres, no.

Aprovecha esta oferta, porque aún queda tiempo;
por un poco de tiempo, me la puedes comprar.
Te vendo mil historias por el precio de una,
que estamos de rebajas porque esto está fatal.

Te vendo una elegía que trata de un sonámbulo
que en un duelo ridículo derrotara al dolor,
y el dolor resentido no se lo perdonaba...
Si la quieres, la compras; si no la quieres, no.

Escúchame, te vendo también una leyenda
(si no la estás leyendo no me la comprarás)
de un hombre que quería vender unas palabras
a una mujer absurda llamada Soledad...

Y el charlatán de feria ya recoge sus bártulos,
se marcha con sus sueños hacia un nuevo rincón;
ya volverán sus cuentos y cuentas a esta plaza...
Si los quieres, los compras; si no los quieres no.

Jesús María Bustelo Acevedo

Visión

VISIÓN

Fue en una tarde fría y pálida de otoño,
cansado caminaba sin nada en que pensar,
y entonces la vi a ella, igual a que a su retoño,
llevando aquella alada blancura singular.

No sé si estaba muerto o andaba moribundo,
o simplemente estaba dañada su salud,
pero logró impactarme tan sólo en un segundo
perdido entre las sombras de aquella multitud.

El gesto de esa niña con la mirada triste
buscando en torno suya alguna compasión,
la lágrima furtiva pensando que no existe
y aquel abrazo tierno rompió mi corazón.

Dios quiera que ese blanco tesoro que proteges
con todo tu cariño se pueda reanimar,
para que sobre el plácido azul donde lo dejes
con su figura esbelta nos vuelva a interrogar.

Jesús María Bustelo Acevedo

martes, noviembre 17, 2009

El Amigo



EL AMIGO

Pasa en vela las noches, pero él sigue a la espera
y sus ojos cansados no dejan de llorar;
él sabe con certeza que aquel hombre que fuera
la razón de su vida no lo va a abandonar.

Aquellos que no entienden, con disgusto lo miran,
y no falta tampoco quien se burle de él;
pero los que comprenden lo que pasa se admiran
de que en el mundo haya alguien que pueda ser tan fiel.

Los paseos, aquellas luminosas mañanas,
cuando feliz lo hiciera con un poco de amor,
todo ha acabado... Y pasan los días, las semanas,
y no hay verdad más grande que su noble dolor.

Y aún sigue allí, a las puertas del hospital, Canelo,
solo, triste y enfermo, a punto de expirar;
ya ni ladra ni gime ni sabe si hay un Cielo
donde su viejo dueño lo vuelva a acariciar.

Jesús María Bustelo Acevedo