jueves, enero 17, 2019

Salmo XIII



CLAMOR CONFIADO

Me olvidaste, Señor, me abandonaste,
lejos de tus bondades infinitas;
en la tribu feliz de los gaditas,
allí, me acomodé y me acomodaste.

Y, empero, la tristeza, día y noche,
noche y día, alejado de tu Faz,
destrozaba mi paz,
y hoy humilde convierto en el reproche
de comprender que sé que eres capaz.

Derrota al fin, Señor, a mi enemigo,
que no celebre ufano su victoria,
que mi amigo es tu Gloria
y quien busca vencerme el propio ombligo.

Aléjame, Yahvé, de la tristeza,
sé tú mi fortaleza,
que en ti sólo desee
abrazar el Amor
que tú expandes, Señor,
y que ante mi rival no titubee.

¡Vaya a ti mi saeta y mi cuplé,
aunque los distorsione la falacia
de aquel que se divorcia de tu Gracia
y se enamora de una falsa fe!

¡Goce el títere breve en su acrobacia!
¡Báñese el Tío Gilito en su parné!
¡Presuma el charlatán de democracia,
que clero, ejército y aristocracia
la limita y define en su abecé!

¡En ellos no hay verdad!
¡Sólo hay felices curas
en el credo inmortal de tus Alturas!
¡Salud y Libertad!

Jesús María Bustelo Acevedo

Libro de los Salmos de David