martes, noviembre 24, 2015

Otorgarle al conflicto el valor que tiene de por sí



OTORGARLE AL CONFLICTO EL VALOR QUE TIENE DE POR SÍ

Una aproximación al fenómeno de la violencia en lo global y en lo personal. En realidad, una misma violencia, una misma falta de aceptación, una misma manifestación impulsada por el motor del miedo, del terror (terrorismo, el ismo del terror, el ismo del miedo).

Justamente hoy he estado meditando mucho sobre la rabia, la ira, la culpabilización de nuestros semejantes… Y he llegado a la conclusión de que guerras, atentados terroristas, violencia de género, etc, etc… en realidad son expresión de lo mismo, de una falta de aceptación de la propia integridad, de la paz interior, de la fe en sí mismo, de reconocerse completo, felizmente completo y a partir de ahí relacionarnos gozosamente con todos y con todo… Pero en lugar de eso la "fe" en la culpa, el miedo y la vana espera de que las cosas buenas nos vengan de fuera, finalmente hace que desemboquemos en reproches a los demás, arrebatos de ira, culpabilización… y luego nos entregamos al cinismo, y todo lo que hemos aprendido lo aplicamos para hacer daño con nuestros ataques (en realidad uno sólo se hace daño a sí mismo, aunque el daño sea el vacío interior que te llega en el momento de la resaca, cuando todo se calma…). En el ataque ponemos en práctica todo lo aprendido porque de esa manera nos limitamos a todo lo aprendido sin reconocer cuánto nos queda por aprender... y, mucho menos, sin reconocer que en nuestra completud en la que somos creados nada tenemos que aprender, ¿qué habría de tener que aprender aquel que es creado en la integridad de la perfección divina, perfección dinámica, a expensas siempre del descubrimiento, de la revelación, de todo cuanto es preciso para que el Amor se relacione consigo mismo, porque verdaderamente en eso consiste la vida? En el ataque ponemos en práctica todo lo aprendido, conforme a unos patrones de un mundo interpretado sin Dios (sin integridad), puesto que es así como nos interpretamos a nosotros mismos. Al negarnos en la integridad, precisamos inventarnos el integrismo de lo mundano, el integrismo del terror, de la culpabilización, de la carencia, de la miseria, de la mendicidad... Mendigamos falsas alegrías basadas en las tragedias del prójimo y cínicamente las disfrutamos porque nuestro cinismo es nuestra única alternativa para no sufrir esa resaca del vacío, la evidencia de que sólo nos maltratamos a nosotros mismos porque no nos reconocemos en nuestra Verdad, en nuestra auténtica naturaleza. Las guerras domésticas y las guerras del mundo son las mismas. Y la paz del mundo y la paz del corazón, también.

¿Cuál es el valor que de por sí tiene el conflicto? Que expresa, manifiesta, lo que no reconocemos en nosotros, y nos provee de ese aprendizaje que precisamos al no darse ese reconocimiento. Ese es el valor de todo conflicto y ante ese valor la culpa se disipa.

Jesús María Bustelo Acevedo

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